Esa mañana; en el hospital, después de unos años sin pisarlo, contemplar el nuevo diseño de jardines, con esa combinación de colores en piedra, da la impresión de que aumentó el presupuesto y descubriré nuevas mejoras en el sistema de atención.
Al atravesar la puerta principal; me recibió ese aroma característico de antisépticos, que toda una vida formó parte de mí y mil recuerdos se agolparon en mi mente, mientras inhale profundamente hasta provocar dolor, en un fallido intento de regresar el tiempo y el espacio y continuar viviendo aquellos momentos de total entrega humanitaria que invadían mi mente, pero volví los pies a la tierra, rompiendo la esfera del recuerdo, ubicándome en mi condición de visitante, tratando de arrancarme del corazón ese espacio que mi ser interior reclamara como propio y dejarlo a quien corresponda.
En la sala de espera que nos asignaron, (la única) para familiares de pacientes en quirófano y UCI, había aglomeración, filas ordenadas y desordenadas por grupos de familiares, conocidos y amigos que se dieron cita como candidatos a ser donadores, pasaron las horas sin ninguna información y quiso la espera acrecentar la angustia y rescaté la mente preguntándome; tantos cambios para prevenir ¿y aquí aglomeran la gente?
Ocupé la mente en observar situaciones no gratas, de intransigentes que exigen admisión fuera del horario establecido y que no respetan nada ni a nadie, descubriendo con su vocabulario su nivel de educación y cultura, dejando al personal un mal momento en público
Pasaron dos horas de estar parados en un pie y en otro apoyándonos en muros y puertas _ por falta de butacas_ que aun las rotas estaban ocupadas, cuando entró la necesidad urgente de un aseo de manos, mi mente atravesó el boulevard y subió al otro edificio localizando el primer baño, opté por quedarme y comprendí que el familiar debe ser más paciente que el mismo paciente pues como no podemos decirle _quítate de ahí para ayudarte un rato con tu enfermedad_ debemos soportar el momento
De nuevo se quiso inquietar la mente ante la falta de información de quirófano, pero logré soportar siete eternas horas
No todo fue tan peor. . . . . . .