Un tiempo en el monte cuidando el rebaño
 llevando en las carnes a cada estación;
 de la de verano, sus horas de fuego
 taladran mis sienes, mis ojos saltó
 mientras todo el cuerpo se hace viscoso
 mediante los besos del ardiente sol,
 se despiertan vientos levantando polvo
 de tierra y arena y mis ojos cegó, 
así se transforma el mi ser moreno 
en uno de lodo y de mal olor
Andando por horas el semi desierto
 cuidando el tesoro del clan familiar,
 el calor abraza la sed aprisiona 
y se detiene el viento aire ya no hay,
 en aquel momento de atmósfera espesa 
en que no se puede fácil avanzar, 
cuanto yo quisiera cambiar el rebaño 
por otro trabajo aunque servicial.
El otoño vino con su luna roja
 que en noche serena fiel me acompañó, 
cuando en la majada no ha quedado nada 
el sopor del sueño todo arrebató, 
los pares de luces de pronto se encienden
 ante un sonido que les alertó. 
Pero me incomoda verles en penumbra 
y me cubro el rostro por sentir mejor,
 que llegue a mis ojos un pesado sueño 
y al rallar el alba ser de nuevo yo.
El tiempo ha pasado haciendo camino 
siguiendo los pasos del irracional 
que me dio su cuero su leche y su niño 
y así puse a prueba paciencia y paz
Hermosa ladera y acequia tranquila, 
se sacian las cabras al atardecer, 
aquí yo quisiera quedarme a su cuido
 y ver el rebaño engordar y crecer,
mas ante la trampa de aquel embeleso
 se me van las cabras y empiezo a correr, 
lanzando pedradas, gritos y chiflidos
 las junto de nuevo la tarde al caer 
Se llegó el invierno,  cuan fresco ha empezado,
lo cual no incomoda, correr da calor 
hace su trabajo de aborrecerme
 me duerme las piernas y así me tumbó, 
al no conformarse de verme en el suelo
 (mientras yo miraba su encanto en redor,
 su brillo en el llanto que cuelga de un árbol, 
su rigidez puesta en el lago de amor),
 me lanzó alfileres que el cuerpo ha atrapado
 llegando a los huesos un fuerte dolor. 
Cabritas endinas que ya no caminan,
 paradas contemplan mi humillación  
se hacen que rumian con indiferencia
 ante el incidente nada se perdió
 y yo que las quiero… En un plato caliente
 y mitiguen esta triste situación. 
Tierna hierba verde precoz ha salido 
antes que el invierno nos diga adiós
 y en la primavera con tanta flor güera
 se arrimó el rebaño en mi derredor
 pues con el callado les bajé unas ramas
 chinitas de espinas y ese oro en flor 
del chaparro prieto que tanto disfrutan
 cual sabroso taco en toque de picor.











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